sábado, 26 de diciembre de 2009

Rafael Caldera: Más allá de su tiempo


La muerte de Rafael Caldera ha servido para demostrar la falta de memoria de los venezolanos, quienes se empeñan en reducir la larga vida y obra del ex presidente a un solo hecho, el cual aprovechan para echar sobre sus hombros las culpas de otros, de muchos otros.
Es innegable que Rafael Caldera es, por diversos motivos, una de las figuras más influentes en la Venezuela del Siglo XX. No sólo por haber sido dos veces presidente de la República, sino también, y muy especialmente, por haber contribuido a delinear la concepción misma del país, especialmente en la segunda mitad de esa centuria. Se le reconoce por ser uno de los fundadores del Partido Socialcristiano Copei, desde el cual luchó contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, lo que lo costó el exilio. Fue uno de los firmantes del Pacto de Punto Fijo, documento que sentó las bases para permitir el período más largo de poder civil y de convivencia democrática en nuestra vida republicana. También fue firmante de la Constitución de 1961, la de mayor tiempo de vigencia en nuestra historia. Su primer período de gobierno le llevó a una tregua con los grupos armados de izquierda, que logran ser integrados en la vida política. Esos hechos permitieron, entre otras cosas, la llegada al poder de quienes se aprovecharon de él para acabar con esa Constitución. Por otro lado, se ha criticado mucho a Rafael Caldera su empeño por llegar al poder. Ciertamente, fue candidato presidencial en seis ocasiones, ganando en dos oportunidades. Pero no es menos cierto que, una vez en el poder, no tenía ningún problema en entregarlo en el tiempo legalmente establecido, ni un día más. Durante su segundo gobierno, muchas voces clamaban porque se produjera un “Calderazo”, que no era otra cosa que disolver el Congreso, como había hecho en Perú el entonces presidente Fujimori (quien para la época era muy admirado en círculos intelectuales y políticos venezolanos). La respuesta de Caldera, en esa oportunidad, fue contundente: “Soy institucionalista”. En lo personal, creo que uno de los mayores aportes de Rafael Caldera, fue la dignidad que imprimió a la figura presidencial. Durante sus dos administraciones, tuvimos como presidente a un hombre de familia y de valores morales. Un ejemplo a seguir. En lugar de criticar la inteligencia ajena, cultivó su propio intelecto. Dominaba lenguas como el Francés, Inglés, Italiano, algo de Alemán y lectura de Portugués. Fue miembro de la Academia Venezolana de la Lengua Española. Realizó sus estudios superiores en la Universidad Central de Venezuela, en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, logrando el doctorado. Enseñó sociología y leyes en varias universidades. Llegó a ser director del Instituto Venezolano de Derecho del Trabajo y presidente de la Asociación Venezolana de Sociología, la Organización Demócrata Cristiana de América Latina y la Unión Mundial Demócrata Cristiana. En lugar del insulto, utilizó argumentos. En lugar de la descalificación, utilizó el debate. En lugar del espectáculo, utilizó la diplomacia. Recuerdo que cuando se dirigía al país en cadena nacional (lo cual se hacía en raras ocasiones, para tratar asuntos de verdadero interés colectivo) no lo acompañaba el retrato de un guerrilero o de un mandatario extranjero, sino una fotografía de su esposa, doña Alicia, la Primera Dama. Creo que esas cualiades no han sido suficientemente valoradas en la política venezolana. Por ello, creo que no es coincidencia que en las dos ocasiones que dejó el poder, Caldera fuera sucedido por presidentes con tan escasa preparación intelectual y de tan dudosos valores morales. Sin embargo, de todas las acciones realizadas por Rafael Caldera, muchos prefieren recordar una sola, la cual aprovechan para depositar en él culpas y responsabilidades que, en realidad, pertenecen a otros, a muchos otros. Habrá que esperar el paso de la historia para entender a cabalidad lo que fue la vida y obra de este venezolano de excepción. En una última carta, pidió perdón por sus errores. ¿Quién pedirá reconocimiento por sus aciertos? Requiescat in pace