sábado, 13 de febrero de 2016

¿Por qué las fotos de boda son tan caras?

    • Uno de los puntos de discusión más frecuentes a la hora de planificar una boda, es el costo del servicio fotográfico. En más de una ocasión me he tropezado con opiniones en torno al precio de este servicio. Muchos clientes potenciales se quejan por considerarlos exorbitantes. Numerosos profesionales los defiende por considerar que cobran lo justo. Por ello, como fotógrafo, me gustaría tratar de explicar el asunto, de manera que sea comprensible.

    Ante todo, para explicar el tema de la mejor manera, me gustaría dividirlo en tres aspectos básicos: El primero es en qué consiste el servicio o los servicios de fotografía. El segundo es el argumento de los clientes y el tercero lo que dicen los fotógrafos. Finalmente, quisiera exponer mi visión personal sobre el asunto.

    El servicio

    La fotografía de bodas, en genérico, es un servicio que, a su vez, abarca varios servicios distintos. La primera distinción tiene que ver con el hecho de que éste se asocia también al servicio de video.  Aunque son dos cosas distintas, tienen muchos aspectos en común y, generalmente, los profesionales que se dedican a este ramo ofrecen ambos servicios. Aquí me voy a referir específicamente a la fotografía propiamente dicha, aunque algunos de los argumentos que expondré son válidos también para del video.
    Lo otro tiene que ver con el formato del producto final. Actualmente la tecnología digital permite apreciar las fotografías sin necesidad del proceso de revelado. Una computadora, tablet, laptop, Smartphone o cualquier otro dispositivo digital permite apreciar las imágenes. Sin embargo, está la opción de hacer impresiones y, con ello, utilizar un álbum o photobook para guardar estos retratos. Dependiendo de los formatos que se elijan, se pagará más o menos por el servicio.

    El cliente

    Si usted alguna vez ha solicitado este servicio, probablemente habrá pensado que el presupuesto que le presentaron fue muy elevado. Generalmente, al cuestionar estos honorarios se esgrimen dos razones principalmente: la primera es que el fotógrafo sólo va a estar una pocas horas “apretando un botón” y luego se va tranquilo. La otra razón es que “yo puedo pedirle a un amigo que me haga el favor de tomarme las fotos con la cámara que se compró hace poco”, y así me ahorro ese dinero.

    El profesional

    Como respuesta a estos cuestionamientos, los profesionales generalmente aducen dos argumentos: el primero es que los equipos que utiliza para su trabajo son costosos (y realmente lo son), sobre todo en Venezuela con los problemas de control cambiario y falta de divisas. Además de ser costosos, son delicados, se dañan por el uso, se deprecian, hay que hacerles mantenimiento y, eventualmente, reemplazarlos; todo lo cual requiere de erogaciones adicionales. El segundo argumento es que su trabajo no se circunscribe únicamente a las pocas horas que dura el evento, sino que debe editar las fotos en su computadoras, además de que el tomar las fotos no es sólo “apretar un botón” sino colocar la iluminación adecuada en el set fotográfico, adecuarse a las condiciones de luz en el evento para las tomas más informales, buscar los ángulos adecuados, etc. Todos estos argumentos son ciertos, pero aun así, no son suficientes para que el cliente quedé conforme con la explicación.

    Mi punto de vista

    Yo tengo una explicación mucho más sencilla: el servicio fotográfico es un producto de lujo. Tan simple como eso.
    Al ser un servicio de lujo, no le van a cobrar por lo que se invierte en prestarlo, sino por la calidad, el acabado y los extras del trabajo que van a hacer para usted y el producto que le entregan. Cuando usted compra una cartera de diseñador y le dicen el precio (altísimo, obviamente) el vendedor no se justifica diciendo “es que Louis Vuitton tiene máquinas muy costosas” o “es que esa gente trabaja mucho haciendo las carteras”. Simplemente le dice que es original  Louis Vuitton y por eso tiene ese precio.
    En el caso de la fotografía ocurre lo mismo. Incluso, hay fotógrafos profesionales que son, en sí mismos, una marca, y la gente los contrata por su nombre y su prestigio.
    Ahora bien, lo bueno de esto es que, como servicio de lujo, es optativo: usted decido si lo toma o lo deja. Dicho de otra forma, no está obligado a contratar a un fotógrafo.
    La realidad es que casarse no es caro. Lo único que hay que pagar es a la municipalidad por ese servicio para que tenga validez legal. Todo lo demás es opcional. El matrimonio es válido si se casó vistiendo un traje de diseñador hecho a la medida o si lo hizo trajeada con su uniforme de trabajo. Igual es válido no hizo ninguna reunión o si hizo una fiesta en el Mare Mares. Da lo mismo que anime su reunión con un reproductor de MP3 o si contrató a Guaco para cantar en vivo.
    ¿Qué no se va a ver tan bonita sin ese traje de $20.000? ¿Qué no se van a divertir igual sin champaña, caviar y sin Guaco? Todo eso es verdad. Como es verdad que no va a tener un recuerdo hermoso si decidió dejar el tema de la fotografía a su primo que estaba más pendiente de aprovechar el whisky gratis que de cargar las baterías de la cámara.
    Recuerdo que en una oportunidad un invitado a una fiesta en la que yo estaba prestando el servicio de fotografía, me preguntó por el costo de ese servicio. Yo, amablemente, le di un estimado del servicio básico y le expliqué lo referente a algunos adicionales. El hombre, con una altanería proporcional al contenido etílico en su sangre, me espetó: “¿Qué? Para eso hago yo mismo las fotos y me ahorro esos reales?” A lo que yo, educadamente, le respondí: “Por supuesto. Así se ahorra esos reales. Y es más: si se va al patio de su casa con cuatro cajas de cerveza, se ahorra los reales del salón de fiesta… y si se ponen a freír tequeños se ahorran los reales del catering y mesoneros”.
    El camarógrafo que estaba trabajando conmigo me preguntó “¿por qué le dijiste eso?” Y yo le dije: “porque es la verdad”.
    Por eso, mi recomendación es que no se pregunte “¿por qué un fotógrafo cobra tanto?” Es mejor que se pregunte “¿qué tipo de servicios quiero tener y estoy dispuesto a pagar?”