- Uno
de los puntos de discusión más frecuentes a la hora de planificar una boda, es
el costo del servicio fotográfico. En más de una ocasión me he tropezado con
opiniones en torno al precio de este servicio. Muchos clientes potenciales se
quejan por considerarlos exorbitantes. Numerosos profesionales los
defiende por considerar que cobran lo justo. Por ello, como fotógrafo, me
gustaría tratar de explicar el asunto, de manera que sea comprensible.
Ante
todo, para explicar el tema de la mejor manera, me gustaría dividirlo en tres
aspectos básicos: El primero es en qué consiste el servicio o los servicios de
fotografía. El segundo es el argumento de los clientes y el tercero lo que
dicen los fotógrafos. Finalmente, quisiera exponer mi visión personal sobre el
asunto.
El servicio
La
fotografía de bodas, en genérico, es un servicio que, a su vez, abarca varios
servicios distintos. La primera distinción tiene que ver con el hecho de que éste
se asocia también al servicio de video. Aunque
son dos cosas distintas, tienen muchos aspectos en común y, generalmente, los
profesionales que se dedican a este ramo ofrecen ambos servicios. Aquí me voy a
referir específicamente a la fotografía propiamente dicha, aunque algunos de
los argumentos que expondré son válidos también para del video.
Lo
otro tiene que ver con el formato del producto final. Actualmente la tecnología
digital permite apreciar las fotografías sin necesidad del proceso de revelado.
Una computadora, tablet, laptop, Smartphone o cualquier otro dispositivo digital
permite apreciar las imágenes. Sin embargo, está la opción de hacer impresiones
y, con ello, utilizar un álbum o photobook para guardar estos retratos.
Dependiendo de los formatos que se elijan, se pagará más o menos por el
servicio.
El cliente
Si
usted alguna vez ha solicitado este servicio, probablemente habrá pensado que
el presupuesto que le presentaron fue muy elevado. Generalmente, al cuestionar
estos honorarios se esgrimen dos razones principalmente: la primera es que el
fotógrafo sólo va a estar una pocas horas “apretando un botón” y luego se va
tranquilo. La otra razón es que “yo puedo pedirle a un amigo que me haga el
favor de tomarme las fotos con la cámara que se compró hace poco”, y así me
ahorro ese dinero.
El profesional
Como
respuesta a estos cuestionamientos, los profesionales generalmente aducen dos
argumentos: el primero es que los equipos que utiliza para su trabajo son
costosos (y realmente lo son), sobre todo en Venezuela con los problemas de
control cambiario y falta de divisas. Además de ser costosos, son delicados, se
dañan por el uso, se deprecian, hay que hacerles mantenimiento y,
eventualmente, reemplazarlos; todo lo cual requiere de erogaciones adicionales.
El segundo argumento es que su trabajo no se circunscribe únicamente a las
pocas horas que dura el evento, sino que debe editar las fotos en su
computadoras, además de que el tomar las fotos no es sólo “apretar un botón” sino
colocar la iluminación adecuada en el set fotográfico, adecuarse a las condiciones
de luz en el evento para las tomas más informales, buscar los ángulos
adecuados, etc. Todos estos argumentos son ciertos, pero aun así, no son
suficientes para que el cliente quedé conforme con la explicación.
Mi punto de vista
Yo
tengo una explicación mucho más sencilla: el servicio fotográfico es un
producto de lujo. Tan simple como eso.
Al
ser un servicio de lujo, no le van a cobrar por lo que se invierte en
prestarlo, sino por la calidad, el acabado y los extras del trabajo que van a
hacer para usted y el producto que le entregan. Cuando usted compra una cartera
de diseñador y le dicen el precio (altísimo, obviamente) el vendedor no se
justifica diciendo “es que Louis Vuitton tiene máquinas muy costosas” o “es que
esa gente trabaja mucho haciendo las carteras”. Simplemente le dice que es
original Louis Vuitton y por eso tiene
ese precio.
En
el caso de la fotografía ocurre lo mismo. Incluso, hay fotógrafos profesionales
que son, en sí mismos, una marca, y la gente los contrata por su nombre y su
prestigio.
Ahora
bien, lo bueno de esto es que, como servicio de lujo, es optativo: usted decido
si lo toma o lo deja. Dicho de otra forma, no está obligado a contratar a un
fotógrafo.
La
realidad es que casarse no es caro. Lo único que hay que pagar es a la
municipalidad por ese servicio para que tenga validez legal. Todo lo demás es
opcional. El matrimonio es válido si se casó vistiendo un traje de diseñador
hecho a la medida o si lo hizo trajeada con su uniforme de trabajo. Igual es
válido no hizo ninguna reunión o si hizo una fiesta en el Mare Mares. Da lo
mismo que anime su reunión con un reproductor de MP3 o si contrató a Guaco para
cantar en vivo.
¿Qué
no se va a ver tan bonita sin ese traje de $20.000? ¿Qué no se van a divertir
igual sin champaña, caviar y sin Guaco? Todo eso es verdad. Como es verdad que
no va a tener un recuerdo hermoso si decidió dejar el tema de la fotografía a
su primo que estaba más pendiente de aprovechar el whisky gratis que de cargar
las baterías de la cámara.
Recuerdo
que en una oportunidad un invitado a una fiesta en la que yo estaba prestando
el servicio de fotografía, me preguntó por el costo de ese servicio. Yo,
amablemente, le di un estimado del servicio básico y le expliqué lo referente a
algunos adicionales. El hombre, con una altanería proporcional al contenido
etílico en su sangre, me espetó: “¿Qué? Para eso hago yo mismo las fotos y me
ahorro esos reales?” A lo que yo, educadamente, le respondí: “Por supuesto. Así
se ahorra esos reales. Y es más: si se va al patio de su casa con cuatro cajas
de cerveza, se ahorra los reales del salón de fiesta… y si se ponen a freír tequeños
se ahorran los reales del catering y mesoneros”.
El
camarógrafo que estaba trabajando conmigo me preguntó “¿por qué le dijiste eso?”
Y yo le dije: “porque es la verdad”.
Por
eso, mi recomendación es que no se pregunte “¿por qué un fotógrafo cobra tanto?”
Es mejor que se pregunte “¿qué tipo de servicios quiero tener y estoy
dispuesto a pagar?”