Un par de días atrás decidí hablar con mis "panas chavistas" para aclarar respetuosamente nuestras diferencias. Quisiera ahora hablar con los que están en la "otras acera", los llamados "opositores" con quienes también mantengo algunas divergencias.
Como lo he mencionado anteriormente, trato de ser tan imparcial como pueda. Es por ello que siempre me ha sido difícil (por no decir imposible) apoyar de manera irrestricta a ninguna ideología, partido político y, mucho menos, a una persona en particular. Tal vez sea esta la razón de que mi vida democrática haya sido testigo de cómo he votado por candidatos presidenciales tan disímiles como Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez o Henrique Salas Römer, tendencia que se mantuvo también en otros cargos de elección popular, como la oportunidad en que voté por Aristóbulo Istúriz a la Alcaldía de Caracas (cuando le ganó a Claudio Fermín).Y por supuesto, ello ha llevado al hecho de que haya votado por partidos políticos de izquierda, de derecha, de centro... de dónde estuvieran, según mi apreciación, los mejores nombres.
No obstante, siempre estuve en contra de aquellos partidos que utilizaban el "populismo" con la vieja tesis de que "mis problemas debe resolverlo otro", porque al fin y al cabo, según esa teoría, "mis problemas son culpa de otro".
Y aquí es donde viene el primer punto en el cual discrepo con muchísima gente. Siempre se ha dicho que los problemas de Venezuela son culpa del gobierno (o en general de los malos gobiernos); sin embargo, creo que más bien los problemas son atribuibles a los malos ciudadanos. Sí. La culpa es, en realidad, nuestra.
Me explico: Cuando Carlos Andrés Pérez fue presidente por segunda oportunidad, muchos amigos me decían que "la solución para los problemas del país es que se vayan los adecos y se monte un militar". Se fueron los adecos, llegó el militar y me decían "el problema son estos militares que están en todo, la solución es salir de Chávez". Murió Chávez y seguimos sin solución.
La verdad es que la responsabilidad debe asumirla cada quien. La educación de mis hijos es mi responsabilidad, no del gobierno. Si una hija mía se convierte en madre adolescente, es mi responsabilidad, no del gobierno. Si no estudio lo suficiente y raspo una materia, es mi responsabilidad, no del gobierno (ni del profesor).
Por ello creo que, pase lo que pase este 14 de abril, muchos de nuestros problemas seguirán estando allí el 15, y el 16 y los días siguientes. Y estoy convencido de que el primer paso para resoverlos, es que dejemos de buscar culpables para comenzar a hallar soluciones.
Sencillamente, no me parece justo quejarnos de los abusos de poder del Presidente, de los ministros, de los rectores del CNE, de los jueces, de los militares; para luego llegar a cometer abusos en nuestra calle, en el colegio de nuestros hijos, en los semáforos. Si manejo como "me da la gana", porque tengo un carro más grande que el tuyo y tú te tienes que quitar del medio; eso es abuso. Si dejo de pagar el condominio en mi edificio, porque "me da la gana"; eso es abuso.
Lo primero que debemos hacer el día 15, es comenzar a asumir responsabilidades y dejar de echar culpas. Ello sólo nos ha llevado por la senda del odio y la división.
Siempre he dicho que para que haya paz en Venezuela, hace falta que esos que nos adversan amen más a este país de lo que nos odian a nosotros. Por eso, el argumento de las ayudas a otros países, o la presencia de funcionarios extranjeros no hace mella en sus simpatías: sencillamente el odio hacia nosotros es tan grande que el amor por la patria pasa a un segundo plano. Pero la ecuación funciona también de este lado. Si no somos capaces de poner a la patria por encima de todo, jamás lograremos la paz. Nos toca la tarea de sembrar el amor y desterrar el odio. Se dice fácil.
No podemos ir a esta cita con el destino, pensando más en el odio hacia esos otros compatriotas que en el amor por Venezuela. Y a aquellos que piensen que 14 años de injusticias son razón más que suficiente para sentir rencor, créanme: quien escribe las ha sufrido.. y mucho. Sin embargo, creo en un proverbio latino que dice accipere quam facere praestat injuriam (es preferible sufrir una injusticia que cometerla). Y además, la solución para frenar una injusticia, no puede ser cometer otra.
Por otro lado, sostengo que la democracia es, de lejos, el mejor de todos los sistemas políticos. Creo que lo único mejor que la democracia es... más democracia. Esa es la razón por la cual, a pesar de mis opiniones, acepto que hay una gran parte del país que ha seguido y sigue un proyecto del cual discrepo. Desconocerlo sería un error, que muchos, por cierto, han cometido.
Por ello, a diferencia de muchos, mañana no voy a votar por una persona. Voy a votar por la oportunidad de seguir votando, de seguir opinando, de seguir discrepando. En fin, por más democracia.
Y, al igual que muchos, voy a votar con optimismo. Pero, a diferencia de muchos, mi optimismo no está basado en los posibles resultados. Es más, como lo he señalado muchas veces, objetivamente pienso que las posibilidades están en contra.
¿De dónde deriva entonces el optimismo? De la certeza de que estoy tomando la decisión más acertada. De que me asiste la razón, la justicia y la verdad. Por ello, en estos días me ha dado vueltas en la cabeza una frase de Mahatma Gandhi que dice ""La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria."
Yo sé que la tierra prometida espera por nosotros. Sólo Dios sabe cuándo éste, que también es Su pueblo, entrará a ella. Le doy gracias al Creador por haberme hecho caminar por el desierto para buscarla. Que Él decida si yo estaré entre quienes entren en ella.
Por eso, mañana 14 de abril, como ahora y siempre, hágase. Señor, Tu voluntad.
Dios bendiga a Venezuela... y a todas las naciones del mundo.
Por ello creo que, pase lo que pase este 14 de abril, muchos de nuestros problemas seguirán estando allí el 15, y el 16 y los días siguientes. Y estoy convencido de que el primer paso para resoverlos, es que dejemos de buscar culpables para comenzar a hallar soluciones.
Sencillamente, no me parece justo quejarnos de los abusos de poder del Presidente, de los ministros, de los rectores del CNE, de los jueces, de los militares; para luego llegar a cometer abusos en nuestra calle, en el colegio de nuestros hijos, en los semáforos. Si manejo como "me da la gana", porque tengo un carro más grande que el tuyo y tú te tienes que quitar del medio; eso es abuso. Si dejo de pagar el condominio en mi edificio, porque "me da la gana"; eso es abuso.
Lo primero que debemos hacer el día 15, es comenzar a asumir responsabilidades y dejar de echar culpas. Ello sólo nos ha llevado por la senda del odio y la división.
Siempre he dicho que para que haya paz en Venezuela, hace falta que esos que nos adversan amen más a este país de lo que nos odian a nosotros. Por eso, el argumento de las ayudas a otros países, o la presencia de funcionarios extranjeros no hace mella en sus simpatías: sencillamente el odio hacia nosotros es tan grande que el amor por la patria pasa a un segundo plano. Pero la ecuación funciona también de este lado. Si no somos capaces de poner a la patria por encima de todo, jamás lograremos la paz. Nos toca la tarea de sembrar el amor y desterrar el odio. Se dice fácil.
No podemos ir a esta cita con el destino, pensando más en el odio hacia esos otros compatriotas que en el amor por Venezuela. Y a aquellos que piensen que 14 años de injusticias son razón más que suficiente para sentir rencor, créanme: quien escribe las ha sufrido.. y mucho. Sin embargo, creo en un proverbio latino que dice accipere quam facere praestat injuriam (es preferible sufrir una injusticia que cometerla). Y además, la solución para frenar una injusticia, no puede ser cometer otra.
Por otro lado, sostengo que la democracia es, de lejos, el mejor de todos los sistemas políticos. Creo que lo único mejor que la democracia es... más democracia. Esa es la razón por la cual, a pesar de mis opiniones, acepto que hay una gran parte del país que ha seguido y sigue un proyecto del cual discrepo. Desconocerlo sería un error, que muchos, por cierto, han cometido.
Por ello, a diferencia de muchos, mañana no voy a votar por una persona. Voy a votar por la oportunidad de seguir votando, de seguir opinando, de seguir discrepando. En fin, por más democracia.
Y, al igual que muchos, voy a votar con optimismo. Pero, a diferencia de muchos, mi optimismo no está basado en los posibles resultados. Es más, como lo he señalado muchas veces, objetivamente pienso que las posibilidades están en contra.
¿De dónde deriva entonces el optimismo? De la certeza de que estoy tomando la decisión más acertada. De que me asiste la razón, la justicia y la verdad. Por ello, en estos días me ha dado vueltas en la cabeza una frase de Mahatma Gandhi que dice ""La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria."
Yo sé que la tierra prometida espera por nosotros. Sólo Dios sabe cuándo éste, que también es Su pueblo, entrará a ella. Le doy gracias al Creador por haberme hecho caminar por el desierto para buscarla. Que Él decida si yo estaré entre quienes entren en ella.
Por eso, mañana 14 de abril, como ahora y siempre, hágase. Señor, Tu voluntad.
Dios bendiga a Venezuela... y a todas las naciones del mundo.
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