El manejo de la pandemia ha puesto a prueba la capacidad de los gobiernos de prácticamente todo el mundo para atender una emergencia sanitaria. Ha habido casos extraños que han generado numerosas críticas. Uno de los más cuestionados fue Xi Jinping, por su opacidad informativa. También hubo señalamiento contra algunos mandatarios que negaron el problema (como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Boris Johnson). Otros anunciaron vacunas exitosas, sin haber sido aprobadas (como Vladimir Putin). Pero pocos dirigentes han presentado una estrategia tan errática como Nicolás Maduro. El anuncio del medicamente Carvativir el más reciente en una larga lista de medidas controvertidas.
El dictador venezolano ha mostrado un desprecio por la ciencia que rebasa por mucho los peores momentos de Trump o Bolsonaro, que es mucho decir. El manejo de la crisis sanitaria ha sido puesto en manos del propio Maduro (cuya experiencia médica se limita quizás a haber tenido algún pasajero enfermo de gripe cuando manejaba un autobús). Y como "asesores médicos" ha contado con una abogada, como Delcy Rodríguez y hasta un jugador de béisbol y rapero retirado, como Antonio Álvarez. Lo más cercano a un "especialista" ha sido Jorge Rodríguez, quien es médico, pero en la especialidad de psiquiatría.
Las "gotitas milagrosas"
La más reciente iniciativa de Nicolás Maduro ha sido la de presentar las "gotitas milagrosas" de Carvativir. Se trata de un producto que neutraliza el coronavirus en un 100% al usarlas cada cuatro horas, aseguró.
En una alocución de radio y televisión, Maduro afirmó que el Carvativir es un “poderoso antiviral” que se estudió durante nueve meses en pacientes graves. Resaltó que ya se tienen la “patente y los permisos sanitarios” para su elaboración y distribución en el país. Sin embargo, no específico qué institución efectuó los estudios, qué especialistas avalaron los resultados, ni quién las producirá.
Sobre las pruebas realizadas, dio una información imprecisa. Habló de "experimentos masivos", pero no dio cifras. También aseguró que se probó en todos los pacientes que estaban en el Poliedro de Caracas, un enrome centro de espectáculos, donde se estableció un hospital de campaña, bajo la responsabilidad de cantante y deportistas Antonio Álvarez. También en el Hospital de Coche, en el suroeste de Caracas.
Hasta ahora, la única garantía de la efectividad del medicamento es la palabra del propio Maduro. "El Carvativir, aquí lo ven, las gotitas milagrosas. Diez gotitas debajo de la lengua cada cuatro horas y el milagro se hace, se hace. Es un poderoso antiviral, muy poderoso, que neutraliza al coronavirus”, aseguró.
Producción sin certificación
Maduro aseguró que ya tiene los resultados de los estudios clínicos y que pronto se van a publicar “en revistas internacionales”. Tampoco específico en cuáles. Indicó que su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, viajará personalmente a entregarle al director de la Organización Mundial de la Salud “toda la documentación para que conozcan y certifiquen el poderoso antiviral” contra el COVID-19.
Esta última parte del anuncio dejó en claro que no cuenta con la aprobación de la OMS. Pero esto no es impedimento para que la semana del 25 de enero comience la producción del Carvativir “por miles” en los laboratorios de Venezuela. Por supuesto no dijo en cuáles. Expresó que su Ministerio de Salud emitirá la resolución especial incorporándolo a los protocolos de tratamiento del país.
Añadió que ingresará al banco de medicinas de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba-TCP). No dijo si alguno de los países miembros del grupo aceptó utilizar el tratamiento.
La otra garantía de la efectividad del Carvativir, es que por sus propiedades "milagrosas" se le conoce como las "gotitas del Dr. José Gregorio Hernández", dijo Maduro. El dictador hacía referencia a un médico venezolano, que falleció a principios del Siglo XX y a quien la Iglesia le atribuye varios milagros. Será beatificado este año.
Maduro no quiso revelar la identidad del científico principal que está detrás de la creación de las gotas de Carvativir. Pero aseguró que se trata de una mente brillante y que por los momentos lo protegerán (no dijo de qué).
Nada nuevo bajo el sol
El anuncio del Carvativir es apenas el más reciente en una serie de medidas tomadas por el régimen de Maduro para manera la crisis sanitaria, ausentes de toda rigurosidad científica. La ciencia no solo ha sido marginada, sino también perseguida.
En mayo, cuando la pandemia comenzaba a avanzar en Venezuela, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales publicó un riguroso informe, en el cual hacías las proyecciones de contagios en el país. Las cifras no coincidían con las que publicaban los colaboradores del régimen.
Diosdado Cabello, uno de los hombres fuertes de la dictadura, acusó a la Academia de causar alarma, con sus proyecciones sobre el posible comportamiento de la pandemia en el país. Llamó a los organismos de la seguridad del régimen a investigar a la institución científica.
La actitud del régimen en contra de los especialistas no termina allí. También se ha negado a brindarles la protección debida. Venezuela lidera las cifras de muertes del personal sanitario a causa de la pandemia.
Según la ONG Médicos Unidos, llega a 326 muertes el número de muertes de personal de salud a causa de la COVID-19 en Venezuela. Para el momento del informe, el régimen reportó que el número total de muertes alcanzó los 1.129. Esto colocaría los decesos de los trabajadores sanitarios cerca del 30% del total.
Un coronavirus muy disciplinado
Una de las medidas que más ha causado polémica es el de la llamada "cuarentena social" que el régimen aplica de una manera discrecional. En principio, la "cuarentena radical" dura una semana. La semana siguiente es de "flexibilización". Es así de simple, una semana sí y una semana no. Estas medidas no dependen del aumento o disminución de los casos.
Incluso, se dio flexibilización en diciembre, para que se pudieran realizar las elecciones írritas del día 6. Se mantuvo hasta principios de enero, para que se pudiera celebrar Navidad y Año Nuevo. El virus en Venezuela, "milagrosamente" se adapta a las necesidades políticas y festivas.
La crisis de los migrantes
Cuando miles de migrantes venezolanos comenzaron a regresar al país, a través de las fronteras, la dictadura los acusó de ser parte de una conspiración para "traer el virus".
Incluso el padre Numa Molina, un sacerdote jesuita abiertamente partidario del régimen, fue particularmente duro con estos ciudadanos. Los calificó en un tuit de "bioterroristas" que "pueden quitarte la vida a ti y a tus seres más queridos". Para el chavismo, la caridad cristiana también debe supeditarse a las posiciones políticas.
Human Rights Watch y los Centros de Johns Hopkins hallaron condiciones insalubres y de hacinamiento en los centros donde se obliga a los retornados a cumplir cuarentena, con escaso acceso a alimentos, agua o atención médica. Algunos retornados que protestaron por dichas condiciones fueron amenazados con ser detenidos.